La mayoría de los procedimientos quirúgicos son ambulatorios y con anestesia local, lo que permite a los usuarios reintegrase a su vida normal en poco tiempo.
Pterigión
El pterigion es un crecimiento anormal de tejido sobre la córnea. Este tejido se inflama con facilidad ante la exposición solar, el viento u otros agentes irritantes. Quien lo padece por lo general manifiesta la sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo.
Cuando el pterigion produce molestias al paciente o aumenta de tamaño de manera exagerada hasta ocupar la zona pupilar, impidiendo la visión, es necesario recurrir a la cirugía.
El procedimiento permite la resección del tejido y con un electro cauterizador se sellan todos los vasos sanguíneos. Después de la cirugía se le colocará un protector ocular. Es normal que el ojo esté rojo y tarde unas pocas semanas en recobrarse. Deberá consumir los medicamentos sugeridos por el oftalmólogo y utilizar gafas oscuras durante un tiempo.
Estrabismos
El estrabismo se refiere a una desviación en un ojo con relación al otro, producida por una alteración en las conexiones nerviosas entre el globo ocular y la corteza cerebral. Es causado por la falta de un estímulo visual apropiado en la fase de maduración del sistema visual, durante los siete primeros años de vida.

La falta de coordinación de los músculos oculares impide que ambos ojos fijen la mirada en el mismo punto, lo que ocasiona pérdida de la visión binocular y del sentido de profundidad. Entre más temprano se produzca la ausencia de estímulo visual, más grave será la ambliopía, hasta llegar a la pérdida de la visión en uno de los ojos.

En los pacientes adultos, el tratamiento del estrabismo y la cirugía para corregirlo pueden mejorar el campo visual, la capacidad de fusión de las imágenes, el control de la doble visión (diplopía) y la estética ocular.

Es frecuente que se necesiten varias intervenciones, para lograr un resultado óptimo, lo cual no se considera un fracaso, sino un comportamiento normal de los estrabismos.

En general, se trabaja en los músculos que mueven el ojo, bien sea avanzándolos, acortándolos o retrocediéndolos. En algunos casos es necesario combinar varias técnicas, operar varios músculos y trabajar en uno o en ambos ojos, incluso en el ojo que no se desvía.

Glaucoma
El glaucoma es una enfermedad «silenciosa», conocida como «el ladrón de la visión», que afecta de forma directa al nervio óptico, debido al aumento de la presión intraocular por falta de drenaje del humor acuoso.

De no detectarse a tiempo, puede generar un deterioro progresivo e irreversible del campo visual. En un principio, el paciente no presenta dolor, ni presenta síntomas o cambios en su vista, pero luego, puede presentar lo que se conoce como visión tubular, descrita como la sensación de ver a través de un tubo.

Para el diagnóstico de glaucoma, se realiza un examen oftalmológico completo del ojo y de la función visual. Se mide la presión intraocular mediante un procedimiento simple e indoloro llamado tonometría. Si es necesario, se le ordenan al paciente exámenes complementarios, como la campimetría y la tomografía del nervio óptico.

Por lo general, las gotas oftálmicas pueden controlar el glaucoma, pero sí está muy avanzado, es recomendable una cirugía filtrante, conocida como trabeculectomía, que permite la salida del humor acuoso del ojo, con la consecuente disminución de la presión intraocular elevada.

En última instancia, se recurre a las válvulas o implantes que tienen un tubo de silicona, que se introduce al interior del globo ocular, para facilitar el drenaje del líquido acuoso.

El tratamiento con láser Argón (trabeculoplastia láser), ayuda a las medicinas a bajar la presión ocular.

El láser Yag (iridotomía láser) abre un agujero en el iris, para permitir la circulación del humor acuoso.

En ningún caso es posible reversar el daño ya establecido y mejorar la visión del paciente.

Catarata
Una catarata es una opacidad del cristalino que impide el paso correcto de la luz hacia la retina. Debe ser removida cuando interfiere con la lectura, la conducción de un automóvil o cuando el paciente manifiesta que su visión ha disminuido.

Una de las causas más comunes de la catarata es el envejecimiento natural del ojo, aunque también influyen la herencia, la exposición frecuente a los rayos solares, la diabetes, las lesiones en los ojos, los esteroides y una cirugía ocular previa, entre otros aspectos.

Para solucionar el problema de catarata, se implanta en su lugar un lente intraocular. Para ello, se extrae la catarata a través de una incisión muy pequeña, que no necesita suturas y mediante una vibración ultrasónica, se licúa el contenido de la catarata y se succiona.

Esta técnica quirúrgica llamada facoemulsificación, permite una visión mucho mejor desde los primeros días posteriores a la cirugía, porque no produce astigmatismo.

La catarata es detectada a través de un minucioso examen de los ojos, efectuado por un oftalmólogo. Si presenta alguno de los síntomas siguientes, consulte a tiempo

Queratocono
El queratocono es una enfermedad progresiva, que consiste en el adelgazamiento y debilitamiento de la córnea, la cual adquiere un aspecto cónico, alterando la visión y la nitidez.

Un examen visual llamado topografía corneal, permite el diagnóstico del queratocono y proporciona la información necesaria para su tratamiento. También se puede sospechar de la presencia de esta enfermedad cuando un paciente joven con astigmatismo y miopía, que utiliza gafas, debe cambiar frecuentemente la graduación de éstas.

Hasta hace algún tiempo, el injerto corneal total era la única alternativa en los casos de queratocono que no mejoraban con anteojos o lentes de contacto. Ahora, existen otras posibilidades como el transplante lamelar de córnea con el equipo DSAEK, que evita el reemplazo completo de ésta y el empleo de sutura.

También está la implantación de anillos intracorneales (Intacs® o de Ferrara®), que producen un aplanamiento corneal y aumentan la rigidez de la estructura corneal.

Otra opción es el Cross – linking, que mediante luz ultravioleta asociada a la riboflavina, induce un reforzamiento de las fibras corneales. Esto logra frenar la tendencia de la córnea a abombarse y logra disminuir el grado de incurvamiento de ésta, con la consiguiente mejoría de la agudeza visual.

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